Desde comienzos de este año 2010 Galicia ya está siendo meta de peregrinos, creyentes, o simplemente curiosos que acuden ante la llamada del Apóstol Santiago, cuyos restos descansan bajo la imponente catedral de Compostela. Estamos inmersos ya en el Xacobeo –también conocido como año santo- acontecimiento que se celebra a lo largo de todo el período en que el día 25 de julio coincide en domingo, y que esto de los caprichos de la aritmética del calendario no se celebrará de nuevo hasta dentro de nada menos que 11 años.
Por José Luis Lago García revistaiberica
Uno de los caminos jacobeos menos conocidas es el marítimo-fluvial que parte desde las puertas o desembocadura de la ría de Arousa, y remonta parte del río Ulla hasta las inmediaciones de la localidad de Padrón. La travesía inevitablemente se tiene que hacer en barco, y durante el trayecto se recrea la llegada a Galicia de los restos del apóstol por mar desde Palestina en el lejano año 44 d.C. Nos remontamos a toda una aventura que se denominó “Translatio”, realizada por una barca que transportó los santos huesos surcando todo el Mediterráneo y parte del Atlántico hasta llegar a la Ría de Arousa, puerta de entrada para llegar hasta la entonces ciudad romana de Iria Flavia (Padrón). Dicho puerto era el punto navegable más cercano a Compostela.
Consideraciones históricas aparte, y conociendo parte de este episodio para entender su significado, en este recreación podemos disfrutar de una increíble experiencia para conocer de cerca desde la borda del barco inigualables parajes marítimos y fluviales, remontando el río Ulla aproximadamente unas 13 millas, realizando en total una travesía de 45 millas.
Actualmente, muy pocos barcos emprenden esta ruta por su larga duración, pues recorrerla íntegramente supone varias horas de navegación, pues para saborearla en su totalidad el Chasula se plantea una jornada de unas seis a ocho horas. También en este largo recorrido es necesario el manejo de un patrón experimentado, pues no son pocas las zonas fluviales donde el calado es bastante escaso. Por este motivo, que las expediciones se realizan obligatoriamente en días y franjas horarias de marea alta, pues cuando el mar se vacía es prácticamente imposible el navegar entre algunas áreas fluviales. La hora de partida de la expedición también la marca la marea, pues hay que realizar la travesía aprovechando la franja más alta del nivel del mar, cuyos cambios de desnivel o bajadas del agua afectan sobre todo a la parte fluvial.
A bordo de un barco clásico
En el puerto de Cambados nos espera el barco Chasula. El recorrido sin duda se hace más agradable navegando en un auténtico antiguo pesquero de 1958 rehabilitado para usos didácticos, turísticos y también de pesca deportiva. Es todo un placer montar en esta reliquia que su patrón Isidro Mariño recuperó de un seguro desguace, y que restauró con mimo y gusto para disfrute de un paseo en una auténtica embarcación tradicional que destila madera y barniz en su borda. Una oferta única en Galicia, la de disfrutar del mar a bordo de un clásico. Además de este barco, también hay alguna empresa más que ofrece esta ruta marítimo-fluvial jacobea, pero el pasajero sufre la estrechez en lanchas o semirrígidas, mientras en el Chasula el largo viaje se realiza en un barco de 14 metros de eslora que permite moverse con comodidad, y que tiene servicios a bordo como gran camarote interior, cocina para elaborar en el momento menús, o lavabos.
Muy cerca del punto de partida ya aparecen en el paisaje las bateas o criaderos de marisco, como ostras, vieiras, volanteiras, aunque los más abundantes son de mejillones. En estas plataformas flotantes de troncos se cuelgan las cuerdas para que estos moluscos engorden bajo el agua con su inigualable sabor. Es toda una curiosidad para cualquier foráneo ver de cerca estos viveros y percibir el trajín de barcos bateeiros trabajando por estos criaderos de mejillones, mientras el timón del Chasula esquiva hábilmente esta telaraña de bateas que abarrotan esta porción de la ría de Arousa.
Isla de Cortegada
Tras pasar Vilagarcía llegamos a la isla dede Cortegada. Desde tierra, y con la marea más baja se podía llegar a este islote a pie desde el pueblo de Carril, muy próximo a Vilagarcía teniendo en cuenta que la subida del nivel no deje al visitante allí retenido. Su superficie es de menos de tres kilómetros cuadrados y destaca por su buena extensión de exuberante vegetación y espesa arboleda de pinos, robles y el mayor bosque de laurel de Europa. El barco desembarca a los tripulantes durante un rato para conocer este espacio singular de pura naturaleza, y los restos de lo que fue un día una aldea y hospitalillo de peregrinos.
Un tentempié a medio camino ayuda a reponer fuerzas en esta larga senda marítima que se hace corta por la variedad de paisajes y curiosidades de esta naturaleza atlántica. Isidro, el patrón del Chasula ofrece a medio camino a los pasajeros productos típicos de la ría o Galicia, según mercado y lonja.
Entrada en el río Ulla
Tras pasar la isla de Cortegada, la ría empieza a estrecharse y el agua salobre se mezcla con el caudal dulce del río Ulla. El bravo cascarón de madera se adentra ya en el río, dando la bienvenida al pasajero la visión de tres cruceiros juntos -o cruces de piedra sobre un pedestal- que indican que ya estamos en las mismas aguas bendecidas en las que llegaron los restos del predicador Santiago, y den fe del sentido religioso de esta ruta.
El paraje cambia rápidamente según se remonta el río, las aguas se calman aún más que en la tranquila ría, y las orillas modifican sus formas de roca y arenal costero por increíbles tapices de flora fluvial donde nadan otras aves acuáticas como patos, gansos, garzas... Según se va subiendo por el río, en las esquinas aparecen más cruceiros por los costados de la ribera. Mientras avanza el barco se observan en las tranquilas aguas curiosidades como astilleros a pie de orilla, campos de cultivo, jóvenes con piraguas, caballos salvajes sueltos, y manadas de patos que inician el despegue al paso del Chasula y su gran silueta de 14 metros de eslora.
Hordas vikingas en Catoira
A medio curso de la ruta del río aparece uno de los lugares más emblemáticos de este tramo del caudaloso Ulla, la ciudad de Catoira. Junto al puente que sortea el caudal se alzan aún unos restos de lo que en el siglo IX fue una fortaleza y cuyas últimas piedras que quedan en pie se conocen como Torres del Oeste. Esta construcción defensiva se levantó para dar la alarma de la furia de invasiones normandas que en tiempos llegaban en sucesivas oleadas para saquear estos parajes. Junto a las torres y el puente que sirve para cruzar los coches se pueden ver atracadas unas naves vikingas que sirven para realizar una fiesta durante el primer fin de semana de agosto.
Durante estas jornadas veraniegas los lugareños recrean con toda espontaneidad la furia con la que llegaban las hordas salvajes del norte de Europa con sus estilizadas naves. Las réplicas son fidedignas, y en verano es todo un espectáculo ver cómo los gallegos del lugar representan con pasión la misma hostilidad que sus antepasados sufrieron por sus propios enemigos de hace siglos. Nos acompaña la suerte, y en nuestro día de navegación se nos cruza la barca vikinga que es llevada por escolares que reman como los normandos. No estamos en este día de fiesta, sino que contemplamos una actividad didáctica promovida para adolescentes.
Llegada a Iria Flavia
Y tras unas millas de navegación y contemplar estos preciosos paisajes fluviales, el Chasula llega al pequeño puerto deportivo de Pontecesures, final de esta ruta. El barco no se detiene, se limita a dar giro a su popa para volver de nuevo camino hacia la ría.
En nuestro viaje realizado en marzo tuvimos la gran suerte de coincidir con pescadores de lampreas en esta villa de Pontecesures, un pez de los más primarios y menos evolucionados del mundo animal con la nada despreciable antigüedad de 500 millones de años. Este pescado con forma de serpiente es un plato típico de Galicia que pese a su aspecto desagradable es un manjar muy requerido que se cocina con su propia sangre y tiene un alto precio tanto en mercado como en restaurante.
Los pescadores, sorprendidos ante la silueta del Chasula, nos ofrecen sus presas con orgullo para que sean apuntadas por el objetivo de nuestra cámara, esta actividad pesquera de la lamprea únicamente se realiza de enero a abril.
Desde Pontecesures volvemos hasta el puerto de Cambados pasando por los mismos escenarios. El viajero vuelve a disfrutar de un recorrido de unas tres horas que dan para recapitular esta bella ruta y fijarse en más detalles que pudieron pasar por alto durante la ida. En nuestro viaje empieza ya a aparecer el atardecer por el oeste y tanto los parajes fluviales como el mar cambian de tonalidad, evocando con sus colores rojizos y azulados la Galicia mágica y misteriosa que tantas leyendas ha generado.
A bordo, mientras se disfruta de este periplo, quedan muchos sabores. Seguro que para algunos impregna de sentido religioso, en otros la contemplación de naturaleza gallega, pero sin duda para la mayoría una experiencia inolvidable en un barco antiguo de madera contemplando unos parajes de ensueño.